Filariosis

 

Enfermedad que ataca el corazón, especialmente de los canes, siendo de suma gravedad. Los expertos la conocen como gusano del corazón del perro, aunque también puede infestar a otros animales como gatos, zorros y otros carnívoros.  Los parásitos se alojan en el ventrículo derecho, en la arteria pulmonar, y en ocasiones llegan a localizarse en otros sitios como la cámara anterior del ojo y la cavidad peritoneal.

La única especie de filaria que parasita al perro pudiendo llegar a producir patología clínica, es la Dilofilaria Inmitis, causante de la filariosis cardíaca o gusano del corazón.

Los perros que llegan a padecer esta enfermedad, albergan en su corazón un número indeterminado de gusanos, con longitudes que pueden llegar hasta 30 cms.

Para llegar a infestar el corazón, este parásito requiere ingresar al torrente sanguíneo del animal, para así instalarse luego en el corazón de la víctima, que puede ser un perro.

Para este proceso se requiere como transmisor, la intervención de un mosquito, del género Aedes, Culex, o Anopheles, que son los únicos que pueden albergar en su interior a la larva conocida como microfilaria. Cuando estos mosquitos toman sangre de animales infestados, absorben junto con la sangre formas juveniles del nemátodo que tardan entre 8 y 18 días en desarrollarse; el mosquito portador las introduce al torrente sanguíneo del animal que pique.

Ya ubicados en el hospedador definitivo, a través de la sangre, migran a través de los tejidos y localizaciones intermedias, en donde se desarrollan, completan su etapa de crecimiento y se reproducen para crear nuevas microfilarias, que esperarán en la sangre a ser recogidas por un nuevo mosquito; por último pasan al corazón en un lapso que oscila entre los 85 y 120 días.

El verdadero problema lo constituye el número indeterminado de microfilarias que alojadas en el ventrículo derecho del corazón y arteria pulmonar, crecen hasta alcanzar su estado adulto con una longitud de que oscila entre 12 y 30 cms.

Los daños en arterias y corazón, dependerán de los inquilinos alojados en su interior, de la edad del afectado y de su estado general de salud.

Los parásitos en su intento de desplazarse dañan las paredes de las arterias, alterando su estructura, que pasan a ser de lisas a rugosas, obstruyendo además el flujo de sangre con su crecimiento, lo que produce aumento de la presión arterial. El corazón, sufre las consecuencias de los problemas circulatorios ocasionados por los parásitos, funcionando de forma forzada, lo cual se traduce en un aumento de su tamaño, congestionando fundamentalmente el ventrículo derecho, lo que conducirá en última instancia, al fallo cardíaco.

Síntomas:

Los síntomas más comunes que se presentan son:

  • - Intolerancia al ejercicio, a veces acompañado de tos poco profunda
  • - Dificultad para respirar
  • - Apatía
  • - Expulsión de sangre por la boca y/o hemorragias nasales
  • - Aumento del ritmo cardíaco y respiratorio.
  • -También pueden presentarse ceguera, intolerancia a la luz,   nódulos cutáneos y trastornos de las glándulas salivales.

Pueden presentarse casos de filariosis que no tengan síntomas, lo cual no significa que la enfermedad sea menos grave, ya que el fallo cardíaco, si no se pone remedio, se presentará.

La presencia de gran número de parásitos en la vena cava posterior, provoca en ocasiones un síndrome agudo con sangre en orina, ictericia y colapso.

Diagnóstico:

El diagnóstico definitivo se hace a través de un examen de sangre.

Tratamiento:

En la actualidad, no hay ningún tratamiento capaz de atacar al nemátodo en todas las etapas de su desarrollo, por eso hay que administrar diferentes medicamentos para cada una de las etapas. Lo primero es evaluar las condiciones físicas del perro a tratar, para mejorar su estado general para que éste pueda afrontar el tratamiento ya que se trata de sustancias agresivas que pueden afectar hígado, riñones y todos los órganos que intervienen en la asimilación y eliminación de los fármacos, pudiendo presentarse con el tratamiento una serie de trastornos que debilitan al animal, por lo cual el tratamiento es delicado y sólo puede realizarse con el debido control del veterinario. El tiempo de tratamiento es indeterminado, ya que dependerá de que los exámenes de sangre comprueben que no quedan microfilarias vivas. Una vez superada esta etapa, será necesario un tratamiento de suplementos vitamínicos y una dieta especial de recuperación del animal.

Zonas de riesgo:

Los perros comúnmente afectados son los que frecuentan zonas rurales de climas húmedos donde suele haber proliferación de mosquitos, siendo poco frecuente en núcleos urbanos, de clima seco. Los ejemplares de caza, pastoreo y que viven en el campo, tienen más posibilidades de contraer esta enfermedad, que los de compañía.

Se puede realizar un tratamiento preventivo en perros no infectados, cuando se introducen en zonas endémicas, continuando éste al menos por 80 días, después de cesar la exposición a mosquitos infestados; siempre controlados por un médico veterinario.

Si su mascota ha estado en alguna zona de riesgo o ha estado en contacto con otros animales, como medida inmediata debe utilizarse repelente para insectos para frenar la posibilidad de contagio y acuda inmediatamente a su veterinario, quien realizará los análisis y exámenes correspondientes, para realizar el diagnóstico sin ningún margen de error, lo cual será la única garantía de salud para su mascota.